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El anciano diácono

Nuestras Iglesias deberían ser lugares tan acogedores como los brazos de Jesús.

 

Foto: Claudio.Ar

Manuel, Antonio y Juan son estudiantes del colegio adventista. Sin embargo no son cristianos, visten camisetas negras con calaveras y pantalones apretados, pero Jesús les ama igual.

María es profesora en el mismo colegio y les ha hablado de Cristo con su ejemplo y con sus palabras. Tan cercana ha sido María con Manuel, Antonio y Juan, que ello han conocido a Jesús a través de ella y han decidido por su cuenta visitar la iglesia por primera vez. Jesús está feliz.

La iglesia está cerca del colegio, de modo que un sábado por la mañana los tres jóvenes acuden al templo. Visten sus camisas negras con calaveras y sus pantalones apretados. Cristo sabe que el primer cambio ha de ser interior, del fondo de sus corazones y de sus mentes, y que después vendrá el cambio externo, de forma en sus costumbres. Él puede transformarles, solo es cuestión de tiempo. El corazón de Cristo no cabe de gozo al ver a Manuel, Antonio y Juan acercarse a la puerta de la iglesia.

El culto ha comenzado. Manuel abre la puerta y enseguida un diácono, horrorizado, va hacia él dispuesto a echarle de allí ¡Cómo se atreve a presentarse con esas pintas en la Iglesia!, pero el jefe de diáconos, un anciano canoso, se interpone. Jesús respira aliviado. Aquel diácono joven e inexperto tiene todavía mucho que aprender sobre Su carácter.

El anciano diácono sonríe a Manuel y le da la mano. Hace lo mismo con Antonio y Juan, y no solamente les invita amorosamente a pasar, sino que se sienta con ellos. Los tres jóvenes están sorprendidos por el recibimiento. A la salida, el anciano diácono conversa con los tres muchachos y les regala una Biblia a cada uno, se pone a su disposición para estudiarla y les presenta a otros jóvenes de la iglesia. El corazón de Cristo estalla de gozo…

Diáconos como ese, llenos de amor, son los que han reflejan el carácter de Jesús y hacen posible que otras personas Le conozcan y se sientan cómodas en Su casa, la Iglesia.

 

Esther Azón Fernández (EAF) Redacción CPM

Foto: Claudio.Ar

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